DOTORE
Tras una portada soleada de tono diáfano, así es como se presenta ‘Las horas claras’, así es como se presentan los nuevos brebajes pop que Pablo Dotore ha preparado para acabar con el largo silencio en el que se sumió tras el sobresaliente ‘Variaciones’ (2014),su anterior LP, en el que ya dejaba el listón muy alto.
Nigromante de las ondas emocionales del pop, ya en aquel trabajo nos regaló una serie de artilugios atemporales, como Balinesa, en los que dejaba claros que sus poderes parten de una concepción pop de fuerte poso emocional. Dentro de su probada capacidad para armar texturas de tacto aéreo, Pablo ha encontrado su cálíz sagrado por medio de éste, su cuarto LP. Uno en el que ha dado lo mejor de sí a través de una supernova incandescente en la que caben ecos de Animal Collective, ambient pop y el Fennesz más oceánico. Entre estos tres vértices, Dotore ataja hacia las hechuras del formato canción en loop mediante una focalización del proceso creativa tan minimal como atrayente.
Todo en este disco suena a luminiscente. Desde el propio ADN vitalista de esta criatura de corazón melancólico hasta en su uso expansivo del MIDI. Sobredosis de genio desde la que emergen melodías cuajadas para orbitar desde nuestro oído hasta la alcoba de nuestros recuerdos más vividos. Y es que ante piezas maestras como La canción de nuestro próximo verano, No tengas miedo o Todo el mundo debería hacer su propia música, no cabe más que hacer acto de genuflexión y rezar porque no vuelva a hacernos esperar dos juegos olímpicos hasta su próxima ración discográfica de medicamentos.