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La exploración musical puede ser infinita si es lo que una artista se propone. Ese es el caso de Isidora O’Ryan, una cantante y compositora chilena que, bien arrimada al chelo, pasó de los ensembles, conjuntos de cámara y la improvisación libre al folk melancólico e invernal en la banda Los Tristes, junto a sus hermanos, con quienes publicó su debut homónimo en 2017. Este es, probablemente, un punto de no retorno. Tras esta experiencia, comienza a componer canciones en las que el chelo se acompaña de sintetizadores, en piezas que se encuentran siempre al borde del pop, pero nunca terminan de acomodarse allí.
En marzo del 2020 publica “Ciénaga” (11:11), un disco que borra cualquier límite –si es que realmente lo hay– entre lo clásico y lo futuro. Con este trabajo, I.O. se configura como una de las artistas más cautivadoras en medio de un año extraordinario, confirmándolo en diciembre con la salida de “Ciénaga Remix” (11:11), en el que invita a diez productores a estirar los límites de sus propias composiciones. Como si ello fuese posible.